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Entrevista a Luis Ángel Cernuda, Educador en el ámbito del tratamiento de adicciones y sus patologías asociadas.

J: Buenas a todos y bienvenidos de nuevo al Proyecto Psicoda. En esta ocasión tenemos con nosotros a una persona muy especial que puede aportar mucho a nuestro campo, la Psicología. Con nosotros Luis Ángel Cernuda de Luarca (Asturias) aunque actualmente reside en Valencia, educador desde hace varios años en una institución española, cuyo nombre preferimos mantener en secreto, dedicada al tratamiento de adicciones, así como a sus patologías asociadas.

Luis, en primer lugar, quiero agradecerte enormemente tu buena disposición para compartir con nosotros un punto de vista tan necesario en nuestra sociedad actual: el enfocado desde lo humano, lo práctico y lo efectivo y quiero expresar lo afortunado que me siento de poder contar contigo para este proyecto.

 L: El afortunado soy yo Javier, aprovecho para desearte lo mejor en este nuevo proyecto y agradecerte lo compartido en anteriores, en los cuales no he dejado de aprender de ti.

J: En primer lugar, me gustaría que nos contaras un poco lo que has hecho durante estos últimos años en tu trabajo como educador, cual es el ámbito de actuación, cuales fueron tus motivaciones, digamos un poco lo “bonito” de tu labor.

L: El trabajo de educador en el ámbito de las drogodependencias, está lleno de momentos bonitos y agradecidos. Trabajas con un colectivo muy castigado y eso da lugar a un vínculo muy especial. Ten en cuenta que les acompañas en un viaje de autoconocimiento que es muy propicio para que se den ese tipo de momentos, llegas a compartir cosas con los pacientes que en muchas ocasiones no las conocen ni sus padres, hijos o parejas y aunque la intervención con los pacientes debe hacerse desde la “distancia” para que sea efectiva y buena para ellos yo creo que es imposible la complicidad en algunas ocasiones.

Ten en cuenta que puedes ser la persona que la recibas en su llegada al centro, cuando son sumamente vulnerables y vienen muy asustados o incluso obligados y también puedes ser la persona que los despida al terminar su proceso terapéutico, durante este periodo, tienen lugar innumerables momentos únicos.

El trabajo en si básicamente es de guía del grupo, sin olvidar al individuo. Estás desde que se levantan hasta que se acuestan, “si no te toca también la guardia nocturna”, supervisas y controlas a los pacientes del centro, coordinas sus actividades psicoterapéuticas y los orientas en terapias generales del programa y especificas del paciente, organizas el tiempo libre diario y de fin de semana, participando como uno más y dando ejemplo, supervisas labores y talleres, efectúas entrevistas individuales donde la apertura y ese vínculo llega a su máximo nivel, hablas, informas, orientas y en ocasiones tranquilizas a las familias. Por otro lado, es necesaria nuestra ayuda en las funciones administrativas y burocráticas propias de la situación de cada uno de ellos y en general ser el faro de referencia para que sus preocupaciones y tensiones sean mínimas y puedan centrarse en su verdadero trabajo que es el de recuperarse

J: En segundo lugar, me gustaría preguntarte acerca de un lado no tan bonito de esta profesión, aunque igualmente necesario y que tiene un marcado valor didáctico o instructivo en el tema que aquí nos ocupa. Una de las observaciones que a menudo solemos hacer en Psicología cuando tratamos con personas que se encuentran en algún momento problemático es la siguiente: existe un denominador común en la historia vital de las personas que de un modo u otro tienen problemas de adaptación e integración plena en la sociedad (lo cual no es necesariamente perjudicial, siempre y cuando no nos haga sufrir, desde mi punto de vista) y ese denominador es la carencia del afecto que uno espera en algún momento de su vida. ¿Qué opinas sobre esto?

L: Lo que es bastante evidente en este mundo, es que toda dependencia viene de una carencia, la cual es tan dispar como puede ser cada individuo y aunque el entorno de la drogodependencia siempre viene asociado a un perfil de “malote”, en realidad el perfil medio es de gente excesivamente buena o más bien vulnerable o manipulable y que en un principio solo son malos para ellos, claro que, con el tiempo y las circunstancias, en algunos casos puede derivar en delincuencia y problemas legales, pero esas personas ya no son ellas, son marionetas de la dependencia.

Todo el mundo tiene problemas, la diferencia es cómo nos enfrentamos a ellos y en dependencia ese manejo es nefasto. A menudo los pacientes se sienten desbordados. El mundo de los sentimientos es una zona que apenas tienen trabajada y carecen en muchos casos de habilidades sociales para esos manejos y situaciones, cayendo en una dinámica que en un principio creen que mitiga su dolor o sus problemas y lo único que consiguen es sumar un problema más grave a otro que ya tienen, eso lo convierten en una huida hacia un lugar cada vez más triste y oscuro, en un camino en el que van perdiendo todo lo que quieren y les importa, incluyendo su personalidad, sumando miserias y lo que es peor, muchos argumentos para seguir en ese mundo y no ver camino por el que salir, llegando incluso a  no querer ni intentarlo, “Soy merecedor de todo lo malo que me pasa y no merezco nada bueno”.

J: Es realmente interesante contar con una aportación tan valiosa como la tuya porque esta realidad prácticamente no se conoce. Es bien sabido que muchos pacientes rehabilitados jamás hablan a la sociedad de dónde estuvieron, del trabajo que hicieron para curarse y poder transformarse como persona. Existen aún muchos prejuicios y simplificaciones por parte de quien nunca ha tenido un problema de este tipo, que dificulta la exposición y salida a la luz de estas experiencias. En definitiva, es fácil que los pacientes se sientan juzgados y opten por la invisibilidad.

J: En tu caso, encuentro una conexión muy particular y que está muy bien implementada. Me refiero a la aplicación que les diste a tus habilidades sociales a un contexto tan diferente del que fueron aprendidas. Este es precisamente el tipo de puentes que pretendemos construir en Psicoda. ¿Podrías hablarnos un poco de cómo surgió ese proceso de hibridación entre el pensamiento práctico y el trato impecable, templado y equilibrado que aplicabas en la institución para la que trabajabas?

L: En mi caso fue cuando menos curioso. Hace mucho tiempo que estoy en contacto con varias O.N.G. y formando parte activa en varios proyectos diferentes en África y Latinoamérica de forma voluntaria en un principio y más tarde organizados por ellas, pero cuando regresaba de esos proyectos me quedaba la sensación de qué más se puede hacer. Fue cuando conocí la Institución para la que estuve trabajando tantos años, primero de forma voluntaria y después como personal contratado.

Fue una cosa nueva para mí, pero me encantó y vi la necesidad grandísima de actuar en este campo. Me di cuenta de que no importaba cual fuera el nivel social, cultural o económico del paciente y que todos ellos habían pasado por los mismo procesos y vivencias y que todos compartían los mismos fantasmas y esperanzas de fondo. Fue tal el impacto que decidí cambiar radicalmente mi enfoque profesional y dedicarme en cuerpo y alma a este mundo relativo al tratamiento de adicciones y sus patologías asociadas.      

Me fue imposible mirar para otro lado y un buen comercial no es solo el que habla bien, aún más importante es el que sabe escuchar. Es un ámbito que sinceramente, siempre me gustó y ha contribuido en gran parte a ser la persona que hoy soy, con mis dificultades y mis habilidades.

Aparte de la formación académica para trabajar en este sector, a mí, el verdadero Máster me lo han dado los miles de pacientes con lo que he compartido esa parte de nuestra vida y han sido los verdaderos maestros de mi formación, por lo que siempre me sentiré una persona muy afortunada y sumamente agradecida, por esta oportunidad de acompañarlos en este tramo del camino y por todo lo que ello conllevó en mi persona.

J: Después de estos años siendo un apoyo tan fuerte para muchas personas y dejando huella en ellos (seguramente más de lo que imaginas) ¿hay alguna reflexión final que te gustaría compartir con nosotros?

L: Sin duda Javier. Yo soy una persona que piensa, que la peor decisión que hay en la vida, es la que no se toma, que todo lo que pasa en nuestras vidas es por algo y nosotros decidimos como vivirlo, unas veces acertadas y otras no, eso es lo que nos hace mejorar y aprender. Dentro del mundo de la dependencia, esta capacidad se anula, convirtiéndose las personas en títeres de un mundo que ni esperan ni conocen. Eso dejando aparte familia, amigos y conocidos, que están verdaderamente perdidos… son tantas las preguntas y dudas y tan pocas las explicaciones, respuestas que entienden o les satisface, que no saben ni por dónde empezar, tienen tantos miedos como el sujeto que sufre el problema que habitualmente se encuentran paralizados y desubicados. Venimos de generaciones pasadas y muy dolientes, cuando tu hijo, amigo o pareja era un yonqui, expresión que, a mí personalmente me parece deplorable y a día de hoy me pone los pelos de punta, que sepa el resto de la sociedad que eso se refiere a un término ingles cuyo significado es BASURA, totalmente inapropiada e innecesaria desde mi punto de vista.

Lo primero que me dijeron cuando llegue a trabajar en este mundo, tanto en O.N.G. y más recientemente en el ámbito de las drogodependencias, fue una frase que aun da vueltas en mi cabeza: “No los puedes salvar a todos”. En un principio lo acepté, pero a continuación me dije que eso no va a impedir que lo intente con todas mis fuerzas, el resto forma parte del día a día de toda persona que trabaje en este mundo de una forma verdaderamente vocacional  y creo que todos estarán de acuerdo conmigo en esto.

J: ¿Algún consejo para las nuevas generaciones y/o para nuestros lectores?

L: Sí, en primer lugar hablo para los padres:  Se necesita una labor de educación y comunicación que sea auténtica y real, no puramente formal. Hablo de comunicación transparente, en este aspecto, me voy a meter en “camisa de once varas”. No hablo de una comunicación de los padres a sus hijos como si estos fueran amigos que es lo que se estila en estos tiempos, se trata a los hijos como amigos y creo que esto es un error. Creo que debe haber una comunicación PADRES – HIJOS. No debe ser un modelo educacional basado en consejos vendo que para mí no tengo. Si la historia se escribe desde hace más de 5000 años es por un motivo. Creo que la historia se escribe para recordar los errores del pasado y en función de lo posible no repetirlos, está claro que nadie aprende de errores ajenos y cada uno de nosotros como persona debe cometer sus fallos y sacar una enseñanza de ellos, pero nunca está de más una opinión de alguien que ha pasado, conoce o ha oído hablar de ello desde un prisma de aportación positiva y educacional. Creo que esta es una labor perdida y en cierto modo abandonada por los padres.

También estamos en un momento y esto es una opinión muy personal y totalmente discutible, en el que las nuevas generaciones y hablo de los que ahora tienen de entre 12 y 21 años (y no es un término generalizador, por favor no se me malinterprete) tienen poco conocimiento de lo qué es el esfuerzo, la autoexigencia, el autocontrol, y lo que es peor: las obligaciones. Sólo ven sus derechos y demandan constantemente su satisfacción, lo que les hace caer en una dinámica social y educacional propicia para el mal manejo de la frustración y su poca resistencia/tolerancia a ella. Recordad que la frustración es un estado transitorio y, por ende, reversible, además de un comportamiento inherente a la vida y que sobre esta dinámica es dónde mejor enraízan los problemas relativos a drogodependencias, los cuales están detrás de una realidad mucho más grande de lo que mucha gente puede imaginar. No sirve de nada el pensar que esto no le va a pasar a mis hijos, pareja, padres, amigos … No sabemos realmente lo importante que es educar y el tesoro que construimos cuando lo hacemos.

J: Muchas gracias Luis, por tu colaboración y buena disposición. Necesitamos personas que aporten un poco de luz a nuestra vida y que compartan su experiencia con nosotros y esta es una oportunidad que no estaba dispuesto a dejar pasar. De todo corazón, gracias por compartir con nosotros la realidad de un mundo tan oculto y ajeno a la vida cotidiana donde nadie quiere mirar, y del que casi nadie quiere hablar. Espero contar contigo en futuras colaboraciones y la verdad, ha sido una gran suerte para mí encontrarte en la vida. Creo que yo también he aprendido mucho de este trozo del camino que hemos andado juntos.

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