En este segundo artículo expondré otro punto de vista que espero resulte de vuestro agrado y que también estará enfocado desde el punto de vista de la neurobiología.
Complementando en cierto modo la explicación que da la teoría de la sensibilización al valor del incentivo tenemos las teorías basadas en la alostasis, pero antes de exponer esta concepción, hagamos una introducción previa.
Laura E. Kwako y George F. Koob son dos investigadores de Maryland (USA) que destacan en el campo de las adicciones, y que escribieron un artículo brillante en el que me basaré para explicar esta teoría. (Puede consultarse aquí).
En este artículo, se explica que la conducta adictiva tiene tres fases bien diferenciadas. La primera es la de consumo o intoxicación con la sustancia (o situación, porque no todas las adicciones son químicas), el segundo es la retirada del agente adictivo (el cuerpo neutraliza ese exceso de dopamina que ha inundado el cerebro) y la tercera es la búsqueda incesante, la preocupación por conseguir de nuevo el agente adictivo y a la anticipación de sus efectos (es curioso, que la mera representación mental del agente adictivo ya puede activar el circuito de recompensa).
En la primera fase de “intoxicación” se produce un subidón salvaje de dopamina que inunda el cerebro. En la segunda, el cuerpo consigue neutralizar ese “subidón” e intenta restablecer su equilibrio normal. Aquí ocurre que, al bajar la dopamina, otros neurotransmisores son liberados, para afrontar lo que el cerebro considera, una situación de estrés. Algunos de estos neurotransmisores son el CRF (factor liberador de corticotropina), la norepinefrina y la dinorfina.
Casualmente estos tres neurotransmisores juegan un papel fundamental en la respuesta inmune (atenuándola, porque el cerebro considera que hay que hacer frente a otras demandas externas más apremiantes) y también desempeñan un rol muy importante en la sensación de “mono”. Al reducirse la dopamina en el cerebro (por ser neutralizada como respuesta del cerebro a un desequilibrio químico temporal) y aumentar estos tres neurotransmisores, empezamos a tener sensaciones desagradables como ansiedad, inquietud, aplanamiento, falta de interés por las cosas, disforia… vamos, que sentimos que algo no va bien.
Mientras esto ocurre a nivel neurobiológico, nosotros estamos a otro nivel de consciencia, porque no somos conscientes de todos estos procesos (ahora un poquito más), aquí es dónde está la magia de este asunto. En la interpretación que puedo hacer de la situación en la que me encuentro. Imaginaos el profundo entendimiento que podemos adquirir de uno mismo y de las reacciones que tenemos si sabemos que esta secuencia neurobiológica está activa cuando nos retiran un agente reforzante.
Normalmente, resulta difícil identificar que nos encontramos mal como respuesta a que nos han retirado un incentivo que nos hace sentir mucho placer, y que esta respuesta ha sido dilatada en el tiempo, lo cual hará más probable que interpretemos que lo que nos produce este estado negativo no es la retirada del componente adictivo, si no lo que estamos experimentando en ese momento. Expliquemos esto con un ejemplo práctico.
Si yo tengo adicción a algo, digamos por ejemplo al azúcar. Cuando consumo azúcar experimento un tremendo subidón dopaminérgico (imaginemos que esto es en el desayuno). Me voy a trabajar, y a las 3 horas, el sistema de respuesta encargado de neutralizar ese subidón ya está en su pico máximo. Durante estas tres horas, después del placer inicial, en un continuo este placer se va a ir sustituyendo por sentimientos no agradables. Cuando consiga darme cuenta de que algo va mal ¿a qué creéis que voy a atribuirlo? ¿Al bajón y azúcar o a lo profundamente idiota que es esa persona que siempre me saca de quicio con sus idioteces? (y que es justo la que tengo delante). Entiéndase que es un ejemplo concreto, también podría echarle la culpa a lo profundamente infeliz que soy en la vida por no haber tomado según que decisiones, o por no poseer lo que otros sí, hay mil ejemplos posibles. Bien, una vez contextualizado esto, observemos el siguiente gráfico tomado del artículo de Kwako y Koob (no se preocupen los que no hablan inglés, la explicación va a ser muy sencilla):
En este gráfico podemos observar, en la parte (b) como sube el humor en la primera fase, a y como decae en la segunda fase b. Si os fijáis, hay una línea de humor inicial que pone Mood, que es de donde se parte cuando una persona no presenta adicción. Así, el agente adictivo eleva el humor lo primera vez por encima de lo normal, pero luego decae por debajo de lo normal, llegando al punto b. La siguiente vez el agente adictivo eleva el humor, pero algo menos y el humor cae hasta un punto más bajo. La tercera vez, necesitamos el agente adictivo para estar en lo que al principio era nuestro estado de ánimo normal y y la cuarta vez, ni siquiera llegamos a lo que era nuestro estado de ánimo normal. Obviamente, este gráfico es una simplificación, estas fluctuaciones no se producen de un día para otro, sino que este patrón se va instalando progresivamente cuando avanza el proceso adictivo. Observese que cuando la dopamina baja, es decir cuando pasamos del estado más alto posible hacia otro negativo los neurotransmisores de respuesta del estrés que nos producen sensaciones tan desagradables, empiezan a subir.
Este gráfico está referido en concreto al consumo de alcohol y cada agente adictivo puede variar ligeramente, aunque los datos de las diferentes investigaciones sugieren que casi todos los agentes adictivos se adaptan a este modelo.
Bien, y ahora vamos a dar respuesta a dos preguntas. La primera. ¿por qué sucede esto? Este proceso explicado en el gráfico tiene gran conexión con el concepto de la alostasis que es el que da título a este artículo. La alostasis hace referencia a un proceso por el cual el cuerpo (y el cerebro) tiene tendencia a restaurar el equilibrio precedente, pero a lo largo de contextos cambiantes. Me explico: Cuando bebemos alcohol, nuestro cuerpo reacciona, emitiendo una respuesta para que el alcohol no se quede en el organismo indefinidamente y produzca efectos permanentes en el cuerpo, sin este sistema de degradación y depuración, seríamos incapaces de eliminar las sustancias tóxicas de nuestro cuerpo. Si hacemos esto una vez cada mucho tiempo, el punto de equilibrio se mantiene, que es esta sano. Esto es lo que se conoce como homeóstasis. La alostasis hace referencia a que ese punto de equilibrio se desplaza, y cuando tenemos que volver a la “normalidad” esa normalidad no es la misma que la que era antes. ¿Y esto por qué? Por qué el ser humano necesita encontrar el equilibrio o la estabilidad a través del cambio constante, porque el contexto es cambiante y estamos evolutivamente preparados para ello.
Imaginémonos que nos adaptamos a una situación en particular. Y tenemos un punto de equilibrio. Estamos estables. Ahora imaginémonos que la situación cambia, y tenemos que adaptarnos a esa nueva situación. Estamos estables también, pero este punto de estabilidad es diferente al de la primera situación. Esto es lo que señala la teoría de alostasis.
Volviendo al tema de las adicciones vemos como al exponernos a un agente adictivo por primera vez volvemos a un punto de equilibrio, pero a medida que el patrón adictivo se va instalando, ese punto de equilibrio cambia, haciendo que cada vez sea más difícil volver a un estado de bienestar. La mala noticia es que esto ocurre así, la buena, es que cuando se dejan de consumir drogas la alostasis funciona para el otro lado y con el tiempo volveremos a estar en un equilibro muy parecido al principio. (pagando un alto precio emocional claro además de algunas consecuencias para la salud que variaran en función de suerte genética que hayas tenido).
La segunda pregunta es ¿Por qué no todo el mundo se engancha a un agente adictivo? Aquí debemos volver al artículo anterior. (pulsa aquí si no lo has leído), para entender la relación que tiene esta teoría con la teoría de la sensibilización al valor del incentivo. Las personas tenemos variabilidad genética y la liberación de dopamina en el circuito de recompensa está mediado por muchísimas conexiones (seguro que hay muchísimas que aún desconocemos), algunas son relativas a la facilidad que tenemos para recordar determinadas cosas, otras relativas a nuestro perfil de personalidad, nuestras tendencias psicológicas de base, nuestra inteligencia, nuestro modo de procesar las emociones, y un largo etc.…cada uno somos vulnerables individualmente a unos estímulos y asociaciones concretos porque cada uno somos sensible a unas cosas y a otras no. Ese es el motivo por el que unos se enganchan a unos agentes adictivos y otros a otros.
El conocimiento de este proceso, puede ser la clave en la prevención de recaídas de un adicto sobre todo cuando le damos una explicación a por qué le ocurre lo que le ocurre o por qué siente lo que siente. Esto puede cambiar que una persona se vea como presa del puro azar, de una lotería, y puede encaminar a una persona hacia buen puerto a la hora de superar una adicción.
Habitualmente existen muchos estereotipos contra las personas que padecen de adicción, y uno de los más peligrosos es creer que ellos tienen una adicción porque quieren. Como vemos luchar contra tu propia configuración cerebral en un momento concreto es una experiencia que no es nada fácil, y menos cuando tus seres queridos y amigos no te ayudan.
Ayudar a un adicto puede suponer negarle cosas que nos duele no darle, o exponerles a situaciones que realmente son muy desagradables pero necesarias en su proceso. Esta lucha no se gana por el mero paso del tiempo. La adicción no es algo que se pase y ya está. Como mucho se puede tener suerte, de que por circunstancias de la vida haya otros reforzadores de la dopamina que compitan con la que produce el agente adictivo, tener una pareja que te apoye, por ejemplo, hacer deporte, tener suerte en la vida a nivel laboral o académico, o por puro azar verte envuelto en un estilo de vida que es incompatible con un patrón que te permita mantener la conducta adictiva. ¿Y si no tienes esa suerte? Pues entonces, se tendrá que crear, llamar o buscar esa suerte.
Este artículo está dedicado a todas las personas que luchan contra sus adicciones, de cualquier condición social y de cualquier parte del mundo. ¡Ánimo!
Redactado por Javier Barragán, director del proyecto Psicoda.
17 de diciembre de 2020.